La psicóloga clínica  Yolanda González  orienta a los padres
para que afronten los problemas de la crianza

Yolanda González, con el libro recién editado ‘Amar sin miedo a malcriar’. :: NAGORE IRAOLA

Una niña corretea entre las sillas para colocarse en primera fila. Su madre la observa sonriente. ¿Qué debería hacer si su hija comienza a llorar desesperadamente? Yolanda González Vara, psicóloga clínica, busca orientar a los padres para afrontar estos conflictos, y cualquier tema relacionado con la infancia, en su libro ‘Amar sin miedo a malcriar’, que lanza este mes su segunda edición en la editorial RBA. La obra busca cuestionar distintos modelos de crianza y escoger el más adecuado para los pequeños.

– Pregunta obligada, ¿es usted madre?
Sí, de una chica de 18 años.
– ¿Su relación con su hija cuando era una niña siguió las recomendaciones de su libro?
– Estaba formada previamente en el campo de la promoción de la salud y la prevención infantil. Intenté ser coherente con este modelo de salud que considero fundamental. Por eso decidí parir en casa, con dos matronas y toda la seguridad hospitalaria, aunque respeto que otras personas den a luz en el hospital. Después decidí dar lactancia prolongada durante los cuatro primeros años de mi hija y he continuado con esa filosofía.
– En su obra explica esa filosofía. ¿Cuál es el objetivo?
– No es una guía de recetas y de métodos para lograr la obediencia ciega, que es lo que a muchos padres y educadores les gustaría. Es un libro que ayuda a reflexionar sobre la forma de interacción del adulto con el niño pequeño. Es importante fomentar niños que sepan llegar a acuerdos. Por ejemplo, si un niño quiere ver la televisión cinco horas y nosotros sólo le dejamos cinco minutos, al final podemos acordar verla media hora.
– ¿Por qué el libro aborda los comportamientos de niños entre cero y siete años?
– Porque es la etapa crucial del desarrollo humano, cuando se desarrolla el carácter. Aunque no determina nuestra percepción de vida para siempre, sí nos condiciona. Esos primeros siete años de vida son como las raíces y el tronco de un árbol. Cuanta más calidad afectiva haya en los primeros siete años de vida, la adolescencia será un tránsito más suave.
– ¿Cuáles son las cuestiones qué más preocupan a los padres?
– Una es el tema de los límites. Yo les llevo a pensar cuándo, cómo y por qué aplicarlos. Otros son el de compartir o el de los celos. Hago un paralelismo constantemente entre las emociones de los niños pequeños con las de los adultos. Hay que mirar desde abajo. Sugiero a los padres que se agachen cuando van a hablar a los hijos en lugar de mirarles desde arriba.
– ¿Cree que los niños están sobreprotegidos?
– Ese es uno de los tópicos más tradicionales. ¿Cómo van a estar sobreprotegidos si los padres están trabajando, tienen cien mil actividades extraescolares.? Muchas veces están desorientados y, más de una vez, solos.
– Explica que hay que modificar la sociedad y no a los niños. ¿Cómo se puede conciliar la vida familiar y laboral?
– No es conciliable tal y como se plantea en la actualidad, salvo obligando a los más pequeños a renunciar a sus derechos. Se trata de cuestionar el funcionamiento social que lleva a la mujer o al hombre a estresarse para intentar trabajar y, al mismo tiempo, atender a la familia. Se puede lograr como se hace en otros países europeos, reivindicando excedencias remuneradas durante los tres primeros años de vida.
– ¿Cómo influye en un niño pasar mucho tiempo en una guardería?
-Depende de la edad evolutiva. No es lo mismo dejarles con dos añitos que con cinco o seis. Si el niño responde bien, no llora y disfruta, es un buen criterio que esté con otros.
«Los primeros siete años de vida son cruciales, como las raíces y el tronco de un árbol»

«Deberían existir excedencias remuneradas durante los primeros tres años de vida del niño»

«Escolarizarse es la decisión que toma el adulto de llevar al niño a la escuela»

– ¿Qué pueden hacer unos padres si su hijo llora porque no quiere ir a la guardería o al colegio?
– Tengo escrito un artículo que se titula ‘Soy demasiado pequeño para ir al cole’. Hay que ver si el niño está preparado para escolarizarse, que no es lo mismo que socializarse. Escolarizarse es la decisión del adulto de llevar al niño a la escuela. Socializarse es el deseo que surge del niño de estar con otros.
– ¿Qué edad es la recomendable?
-La observación y el desarrollo evolutivo marca la edad óptima entre los 3,5 y los 4,5 años para intentar una escolarización.