Por Flor de Guadalupe Montante

“Uno de los grandes mitos de la lactancia es aquel que supone que los alimentos que ingiere la madre y pueden dañarle lo harán con el bebé”
(Aunque toda regla –»la mamá lactante puede comer de todo»- tiene su excepción, en este caso la leche, los alimentos que producen alergia, la cafeína y el alcohol)

Además de ser madre y de haber amamantado a una niña más de un año, y seguir haciéndolo con una de casi trece meses, soy una de esas personas que si bien no soy glotona soy una amante de la buena comida y de probar casi de todo, he comido chapulines, gusanos molidos, pescado crudo, de todo lo que pueda probar. Como de todo y me gusta probar comida de todo el mundo: paella, sushi, árabe, china, todo.

¿Y esto que tiene que ver con la lactancia? Pues bien he sido afortunada al nacer en un país cuya comida es de sabor fuerte, diversa, deliciosa, un patrimonio de la humanidad: México.

En México no podemos vivir sin chile –pimiento picante- de norte a sur y de este a oeste se lo ponemos a casi toda la comida: a la nuestra y a la que viene de fuera, a la dulce y a la salada, a la fría y a la caliente. Es raro encontrar algo que no tenga picante, y si no lo tiene pues se lo ponemos. Y a pesar de que es un signo indispensable de nuestra cultura, en cuanto nace un pequeñín y lo vamos a amamantar los primero que nos dicen es: » ¡No comas chile que le va a picar al niño! «.

Después de una vida corta o larga de comerlo nos dicen que ya no, que sólo atole y sopa de soso sabor, lo que resulta en el abandono de muchas lactancias. (En México sólo amamanta no más del 27% más allá de los tres meses; -según un estudio de la UNAM: http://www.ejournal.unam.mx/rfm/no50-4/RFM050000406.pdf)

Y ¡oh sorpresa! Cuando alguien que me conoce y sabe que amamanto me ve comiendo picante, con sumo placer, se quedan estupefactos. Recuerdo en particular una ocasión en que compré una fruta con limón , chile en polvo y salsa:

-¡¿Comes chile?! ¿Cómo, no le pica a la bebé?

–No, no le pica, le sigue gustando la teta

-¿No le dan cólicos?

–Pues no, no le han dado nunca y sigo comiendo como antes, incluso más.

También recuerdo la historia de una madre que al tener un gusto excesivo por los elotes con mucho chile, y no poder “aguantar” el antojo destetó con menos de un mes a su pequeño.

Y aquella vez en que por primera vez visité a mis suegros después del nacimiento de mi segunda nena, mi suegra me preparó comida especial: sin chile, sin condimentos,  sólo sal,  para que no le hiciera daño a la bebé.

Como humanista y conocedora de una parte de la historia de mi patria me pongo a pensar en las mujeres indígenas de la época prehispánica;  la base de la comida mexicana tiene sus cimientos en la comida prehispánica: maíz, jitomate y ¡Chile! . Dudo que una mujer de esa época siendo el chile tan importante para su gastronomía –y nutrición- y sin existir la “opción” del biberón destetara porque la leche le picara al bebé.

Recuerdo cuando en la facultad –Filosofía y Letras- vinculaban la literatura con la comida, y ésta, con la cultura. Yo ahora no puedo desligar la alimentación, la teta y la cultura; en definitiva creo como cierto este vínculo al ver a mi nena de un año preferir los sabores fuertes y condimentados de nuestra comida casera sobre los sosos potillos comerciales. Esto desde que comenzó a probar la alimentación sólida alrededor de los 7 u 8 meses. De hecho no le son muy atractivos los sabores dulces, y sigue tomando teta sin la menor restricción alimenticia para mí. Dar la teta –y que la madre coma de manera normal- es entonces una manera de ir introduciendo a nuestros niños a los sabores de nuestras culturas.

Y les dejo un video de mi niña comiendo una cebolla cual manzana. Otra cosa que me fascina y tampoco dejé para amamantarla.

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PD.- el chile es rico en vitamina A, un poderoso antioxidante y previene las infecciones invernales. ; )