Este Blog lleva ya unos 8 años abierto. Tiene más de 1000 entradas, la mayoría de ellos de contenido propio. Ha ido creciendo y cambiando, como yo misma, al ritmo de mi propia maternidad. Cuando lo empecé aún no existía Madresfera, ni las Malas Madres ni las Madres cabreadas ni todos esos movimientos de la blogosfera maternal. Eso hizo que fuera relativamente fácil que las personas interesadas en los temas que escribía llegaran al blog y me leyeran. Cientos de suscriptores que leían cada cosa que se publicaba, que comentaban y compartían.

Hoy tenemos tanta cantidad de información disponible para leer que ya casi no leemos. Como cuando vas a un buffet libre y hay tanta oferta que te sirves de 30 platos diferentes, de los cuales algunos ni llegas a probar.  Eso ocurre hoy con toda la información que nos bombardea. A veces no pasamos del título y, si lo hacemos, en vez de leer escaneamos.

Que haya tanta  cantidad de información disponible  ha facilitado que temas que antes era difícil encontrar ahora estén disponibles para casi todo el mundo. Eso es bueno.
Pero  que haya tanta cantidad de información disponible también hace que sea muy difícil filtrar la información buena de la información basura. Eso no es tan bueno.

Como en el buffet, no todo lo que tiene buena pinta es sano y nutritivo. Platos  que nos entran por los ojos pero contienen exceso de  grasa o azúcar, que consiguen calmar el ansia de tragar pero aportan poco a nuestro organismo.  Así pasa con el exceso de información y canales que nos rodean. No todos aportan contenido original, provechoso o bien escrito. A veces contienen directamente basura disfrazada de comida u opiniones disfrazadas de evidencia.

Triunfan los blogs maternales que nos cuentan peripecias de madres  más o menos divertidas o que nos explican cómo decorar las habitaciones de nuestros peques ( los míos usan su cuarto sólo como almacén de juguetes,  menos mal que no me esmeré mucho en prepararlo) o aquéllos que nos nos enseñan qué complementos usar para ser una madre pluscuamperfecta o pluscuaimperfecta, que se lleva ahora más.

Por supuesto tienen su espacio y su público visto cómo triunfan, pero  a algunas no nos aportan demasiado. Es como esas tartas de fondant tan monísimas y vistosas que cuando las vas a comer te decepcionan porque a ti realmente no te gusta la pasta de azúcar, sino un simple bizcocho esponjoso con nata.

Portada1Por otro lado están los blogs «Google Maps», aquéllos que prometen llevarte a donde quieres,  a ser posible escritos por expertos que nos enseñan a ser madres y nos dirigen todo aspecto de esta etapa. No hace falta que lo escriban madres, para qué, si la maternidad cada vez  está más subcontratada.  Cualquiera con algún título profesional cuyo ámbito de trabajo afecte a madres o niños os propondrá una «guía maestra» para criar hijos. Psicólogas conductistas, pediatras mediáticos, nutricionistas fashion, ex deportistas ex drogadictos, coachs de todos los colores, famosas de más o menos categoría… todos estos nos llevarán de la mano por el maravilloso mundo de sentirnos completamente inútiles sin sus consejos.
En este terreno no parece muy inteligente publicar un libro que plantea más preguntas que  respuestas, sin el aval de un título «oficial» para hablar de maternidad, más el que me otorgan mis propios hijos. Con textos que, además, han sido ya en gran parte, publicados antes en mis blogs.  Pero a pesar de todo, quería publicar este  libro.
He tardado porque llevo años posponiendo lo importante para hacer lo urgente.
He tardado porque me cuesta mucho escribir y no compartir lo que escribo.
He tardado porque en algún momento pensé que quién iba a pagar por leerme cuando puede leerme a diario gratis en mis blogs y redes.

Pero decidí publicarlo y aquí está.
Porque es algo más que una recopilación revisada de algunos de los textos que he escrito en estos años.
Porque es la prueba tangible de que cuando quieres comunicarte, lo que tienes que hacer es lanzar tus palabras al mundo.
Porque es un sueño cumplido desde que empecé a escribir.
Porque me gustaría que las madres de una vez miráramos más para adentro al ser madres y menos hacia fuera, hacia lo que hacen otras.
Porque empoderar la maternidad es respetarla y no tratarla como una etapa idiotizante de la vida de las mujeres.

[Tweet «Empoderar la maternidad es respetarla y no tratarla como una etapa idiotizante de la vida de las mujeres. #LaMAternidadSinTabúes»]

Yo quería un libro que recogiera la forma en la que yo vivo ciertos temas. Una recopilación de temas incómodos pero necesarios.
Una colección de historias que nos parecen «de otros» hasta que empiezas a leer y te das cuenta de que también hay parte de ti en ellos.

Este libro habla de las lactancias que no se logran, de las madres que no tienen tribu, de los miedos que nos paralizan, de los desencuentros con la pareja cuando llegan los hijos, del deseo sexual o la falta de él de las madres y sus parejas, de las violencias que sufrimos y no vemos, de las medallas que otros se cuelgan y son nuestras, de las renuncias al ser madre, del miedo a quedarnos solas por no negociar con el amor a nuestros hijos, de la competencia entre mujeres y madres, de cómo cargamos a nuestros hijos con nuestras mochilas sin ser conscientes de ello siquiera,  de las dinámicas familiares tóxicas que arrastramos, de abortos, del dolor de no parirlos o del dolor de parirlos no vivos.

He escrito sobre los temas que quiero hablar con mis hijos, de los que hablaría con mis hermanas y cuñadas, con las madres que me escriben…
He escrito porque no puedo no escribir.
Ojalá este trozo de mí   y de muchas otras madres, escrito, como comento en la introducción, con sangre, sudor y leche, te remueva.

Sólo desde ese lugar podemos avanzar y soñar con más Maternidades sin tabúes.

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