No soy amiga de celebrar fechas señaladas.

Es algo que sorprende mucho a quienes nos rodean porque en general vivimos a golpe de calendarios marcados: navidades, reyes, carnaval, día de los enamorados, del padre, de la madre, hogueras, fiestas de verano varias, halloween, y vuelta a empezar.

Sin olvidar que entre medias hay santos, cumpleaños varios y otras fiestas con motivos más o menos reconocidos. Todo ello claro, con las consabidas compras y regalos de rigor. Es como el juego de la Oca pero en versión «de Fiesta a fiesta y compro porque me toca»

Sin entrar en motivaciones de conciencia ética, social  y religiosa sobre el tema hay una celebración que desde hace un tiempo me desagrada especialmente,  los cumpleaños, y por varias razones.

Cuando me preguntan: «¿no celebras el cumpleaños de Iker ?¿pobrecito?»  Pues este último mes que cumplió 4 años cuando surgió el tema esta fue mi respuesta:

-He sufrido el dolor de ver cómo la mayoría de la gente no valoraba la vida de Atair simplemente porque no tenía el tamaño  ni la edad suficiente para «nacer», aunque  estaba viva desde antes de saberlo yo.

Celebrar el día del nacimiento para mí ahora es como ignorar que antes ya había un ser que vivía y sentía.  Creo que son los chinos los que cuentan la edad desde el momento de la gestación. Si celebrara un día  no sería el22 de febrero que fue cuando Iker nació, sino el 23 de Junio del año anterior que fue cuando supe que estaba embarazada. Desde ese día celebré que nuestro bebé era una realidad.

Además el día del nacimiento de mi hijo no fue especialmente feliz. De hecho es un día que recuerdo con amargura. Le forzaron a nacer, antes de tiempo, su primer contacto no fueron mis manos,  su primera mirada no fue la mía, estuvo unos largos minutos sólo en una cuna y yo allí a unos metros que me parecían eternos e insalvables. Ese día me mintieron, me ningunearon y me mutilaron mis genitales con una episiotomía innecesaria, ¿por qué habría de celebrar esa fecha?.

Paradójicamente ese nacimiento del que no sentí nada porque ya estaba anestesiada y del que tengo una visión borrosa porque hasta las gafas me hicieron quitar, contrasta con el momento en el que el cuerpo de mi niñita de sólo 13 semanas salió de mi cuerpo. Tan pequeña y  la sentí salir, porque no había drogas en mi cuerpo, porque estábamos solas ella y yo, aunque fuera en un sitio feo y desagradable y no en la intimidad de mi hogar como tenía pensado parirla. A ella sí la toqué y la miré yo.

El caso es que las 2 fechas en las que mis bebés salieron de mi cuerpo son tristes, cada una a su modo.

No pretendo que lo entendáis,  pero hoy que es la fecha de un aniversario feliz para mí pues es nuestro 15º aniversario de casados, al hacer balance de estos años no he podido evitar recordar que el año pasado celebramos el aniversario siendo 4 y este año somos solo 3.