Dice un refrán : «Dime de qué presumes y te diré de lo que careces».
Todos sabemos que el refranero popular, no siempre, pero muchas veces, recoge la sabiduría popular y la experiencia. En ese caso hay mucha verdad detrás de esas palabras.
En el mundo de la maternidad desde hace unos años cada vez hay más familias queriendo criar a sus hijos no a golpe de métodos y directrices sino de instinto y respeto. Esto no es nuevo. Básicamente cualquier cultura que tenía un mínimo nivel de paz, trataba con respeto a sus integrantes, sobre todo a quienes más lo necesitaban, niños, ancianos y/o enfermos.
Tras unas siglos complicados en la historia humana y, sobre todo, tras un cambio brutal de paradigma en el S.XX con respecto a todo lo anterior, se impuso un nuevo modelo de criar, sin criar, es decir, empezó a diluirse el significado original del término «criar» cuando empezó s sustituirse todo lo normal en la crianza, por otros modelos artificiales. Y como suele suceder, cuando lo normal, o lo natural, no es la norma, entonces «otra cosa» ocupa su lugar. En este caso fue el imponer pautas, métodos, horarios, restricciones, prohibiciones, castigos y demás a algo que hasta el momento era mucho más sencillo y fluido.
Cuando en este mundo occidental nuestro, edificado sobre el capitalismo y totalmente adultocéntrico, empiezan a aparecer voces llamando la atención a que quizás lo «normal» ( por haberse establecido como norma) no era lo natural y que estábamos empezando a pagar el precio de nuestra «no crianza» a los hijos, hubo que buscar otra denominación para marcar la diferencia cn lo que se esta haciendo.
En ese contexto encontramos el «concepto del continuum« de Jean Liedloff o el concepto «atachement parenting» acuñado por los Sears, que fueron el germen de toda una corriente de cambio en la forma de ver y afrontar el hecho de tener y criar hijos.
De ese punto de partida surgieron todo tipo de movimientos con más o menos cosas en común como Natural Parents o usando el mismo término que los Sears acuñaron, organizaciones como Attachement Parenting International.
Estas corrientes fueron integradas a nuestro idioma con términos como «crianza con apego», «crianza natural», «crianza respetuosa», «crianza consciente», etc…
Estos términos no dejan de ser etiquetas que utilizamos para identificar una serie de creencias y principios que tomamos en cuenta en nuestra vida. Era como una marca identificativa de ser «del otro lado», una forma de nadar contra la corriente habitual, o como alguna vez hemos dicho: salirse de Matrix.
Este proceso de conectar con las necesidades de los bebés y niños y las nuestras propias como madres y padres es algo que debería venir «de serie» en una especie como la humana que necesita tanto de la crianza para su supervivencia y calidad de vida.
Pero al no ser así, que haya padres que lo hacen y otros que no lo hacen o lo hacen en menor medida, lo que crea es una especie de brecha entre padres o entre estilos de crianza.
De ese modo es frecuente observar, sobre todo en los medios, en los que no se filtra el mensaje, las típicas peleas entre familias pro Estivill y familias pro «el que corresponda», entre madres de teta y biberón, parto respetado o intervenido, familias que portean y las que no,etc.
Suelo comentar que ese afán de juzgar al de enfrente es una reacción normal durante un tiempo, para aquellos que salen de la mayoría hacia la minoría. Del mismo modo que un cohete necesita contrarrestar la fuerza de atracción de la Tierra con una lanzadera, que lo aleje con mucha potencia, ese afán por demostrar «lo bien que lo hacemos y lo equivocado que está el resto» es necesario en una primera etapa para no perecer ante tanto comentario intensivo sobre cómo y por qué no hacemos lo que todo el mundo hace.
Pero una vez en órbita, el cohete ha de soltar la lanzadera o será incontrolable. Del mismo modo, una vez pasada la euforia inicial de ir viendo todo lo que los demás no hacen como «debería ser», cualquier adulto con sentido común entiende que su misión en la vida no es juzgar al prójimo, sobre todo en un aspecto como la crianza de los hijos. O corremos el riesgo de ser de ese tipo de gente que se coloca la etiqueta de «crianza natural» como si fuera suya, haciendo bandera del respeto a sus hijos, a darles teta, a llevarles en brazos, dormir con ellos, no castigarles, no ejercer violencia ni siquiera verbal… y luego resulta que toda ese afán de control, frustración o ira que no descargan sobre sus hijos ( como debe ser ) la descargan contra el prójimo.
Yo no es que me haya encontrado en el mundo de la crianza natural gente «peor» que en el otro lado, porque gente mala hay en todos lados. Lo que pasa es que choca mucho que alguien predique algo y vaya dando muestras en su vida de justo lo opuesto. Habría que explicar a estas personas que criar a un hijo no implica sólo atender sus necesidades físicas y emocionales, sino también las sociales.
Criar hijos sin enseñarles, por ejemplo, a respetar las normas sociales de su comunidad, que el respeto es bidireccional, de la gente a ellos y de ellos a los demás, que no le hacemos a los demás lo que no queremos que nos hagan a nosotros, y sobre todo, que sus padres, SON o INTENTAN SER BUENAS PERSONAS, es hacerles daño a sabiendas. Nadie quiere tratar con gente irrespetuosa y si no enseñamos el respeto de palabra, de acción y con el ejemplo, nuestros hijos no serán personas con una vida emocional y social sana y rica.
Porque cuando los niños son pequeños quizás sólo necesitan de nuestro tiempo y nuestro cuerpo, pero a medida que crecen, criar es enseñarles a ser buenas personas. Eso va a ser un mejor fundamento para su vida que haber tomado teta 10 años. Y es difícil enseñar valores si no los tenemos. Nuestros hijos, al final, serán nuestros jueces. Llegará el día en que escuchen lo que hablamos, vena cómo nos comportamos y lean lo que escribimos. Ojalá que no se den cuenta que su madre y/o padre que tanto hablaba del respeto y la crianza natural, era luego una mala persona que solo sabía criticar y descalificar, a veces, incluso injuriar al prójimo.
Si además, nuestra vida profesional está ligada a este sector, razón de más para ser personas honestas y éticas. Y eso va más allá de pagar impuestos y no cobrar de más a nuestros clientes.
En el mundo de la crianza natural me he encontrado muchas personas «antinaturales», «nada respetuosas» y «conscientes sólo de mirar la paja en el ojo ajeno».
Por ese motivo, cuando imparto formación a mujeres que quieren ser profesionales, sea del mundo de la maternidad o de cualquier otro, aparte de la formación específica de la materia que quieren aprender, intento recalcar que no sólo importa lo que hacemos, sino «Cómo» lo hacemos.
- *No te aproveches del trabajo ajeno
- *No vayas por la vida acumulando enemigos
- *Preocúpate de crear no de criticar y luego copiar
- *No participes y/o colabores del robo o plagio del trabajo de otros
- *Sé exquisito en tu trato con tus clientes.
- *No vendas lo que tú quieres, sino lo que ellos necesiten
- *No mientas en tu beneficio
- *Sé consecuente, o inténtalo
- *Si alguien es mejor que tú en algo, intenta aprender, no te dediques a criticarle y difamarle
- *Enfócate en tus clientes, no en tu competencia
- *Aprende a colaborar y a establecer sinergias
- *Asegúrate que tus prácticas habituales son respetuosas y no mafiosas y amenazantes
- *Cúrate el complejo de Mesías, no te va a hacer bien ni a ti ni a tus clientes
- *No pretendas apropiarte de conceptos universales ( no sólo es poco ético e incluso ilegal, es ridículo)
- *Pregúntate qué reputación tienes en tu sector y analiza por qué
- *Ten muchos amigos, buenas personas y buenos profesionales con los que relacionarte y colaborar
- *Ten por costumbre alegrarte de los éxitos ajenos y reconocer el trabajo que otros hacen bien
- *Aprende a ser feliz. La gente feliz dedica menos tiempo (o ninguno) a amargarle la vida a los demás
- *Sé el tipo de persona que salga airoso de la auditoría que la vida y aquéllos a quienes más quieres te harán sin duda alguna.
[Tweet «Seamos el tipo de persona que salga airosa de la auditoría que la vida y aquéllos a quienes más queremos nos harán sin duda alguna»]
Si de verdad quieres vivir de acuerdo a la crianza natural, te darás cuenta de que no necesitas etiquetas a las que aferrarte. Porque cuanto más las necesitas para justificarte, más lejos estás de lo que buscas.