Extraído del libro «La Maternidad y el Encuentro con la propia sombra» de Laura Gutman

El Rol del Padre como sostenedor emocional

La función del padre tiene dos tempos: la primera se refiere al sostén entre los cero y los dos años, y el segundo se refiere a la separación, después de los dos años del niño, que coincide con el momento en que el niño empieza la separación emocio­nal de la mamá construyendo su propio yo.

El apoyo

Ésta es una actitud difícil de comprender para madres y pa­dres en los tiempos posmodernos. El sostén se refiere al cui­dado y la contención ejercidos por el padre hacia la madre para que ella pueda cumplir con su rol de maternaje. Requie­re una actitud muy activa.

¿QUÉ SIGNIFICA SOSTENER LA MATERNIDAD?

1. Facilitar la fusión mamá-bebé, permitirla y defenderla. Para que una madre esté en condiciones de sumergirse en la fusión, necesita despojarse de todas las preocupaciones materiales y mundanas. Precisa tener delegadas todas las tareas que no son imprescindibles para la supervivencia del niño; es decir, todo lo que no se refiera a amamantar, acunar, calmar, higienizar, ali­mentar y apoyar al recién nacido. Las tareas domésticas, el cui­dado de hijos mayores, la organización del hogar, el dinero, los conflictos con otras personas, las relaciones interfamiliares, la salida al mundo y las decisiones mentales deben ser resueltas por el hombre, tomando decisiones pertinentes para liberar a la madre del reino de lo terrestre. Para la mujer puérpera es un período celestial, en el que su conciencia opera más allá de la lógica y la causalidad. Es necesario estar despojadas de pensa­mientos racionales para admitir que atravesamos una realidad milagrosa y sin sentido aparente. La vida cotidiana continúa con sus exigencias y ritmos, y es justamente tarea del hombre hacerse cargo de organizar y dirigir la rutina doméstica.

2.-Defender de la fusión del mundo exterior, apabullados por los consejos, las críticas, los sermones que circulan  acerca de lo que «hay que hacer». Resguardar el nido. Ser un interme­diario, constituirse en muralla entre el mundo interno y el mundo externo. Casi todo lo que llega del mundo exterior re­sulta hostil a la madre, porque funciona en una frecuencia de­masiado elevada y veloz para la sutilidad del recién nacido y desequilibra el mundo emocional de la mujer puérpera. Las madres fusionadas necesitan un defensor aguerrido que le per­mita retrotraerse a su función específica sin necesitar armarse contra el afuera. Toda energía dispersa en defenderse es ener­gía perdida para la crianza del niño. Concretamente, el hom­bre debería velar para que la madre y el niño dispongan de silencio e  intimidad, para que haya pocas personas en la casa o sólo las que la mujer requiera, y proveer al nido sólo lo necesa­rio en alimento, confort y tranquilidad. Es interesante obser­var a la mayoría de las aves: el macho entra y sale del nido acercando alimento y vigilando que ningún intruso se acerque, mientras la hembra no se mueve del nido. .

3. Apoyar activamente la introspección, es decir, permitir que la madre explore la apertura de su sombra vivenciando con li­bertad e intimidad la experiencia del florecimiento de su ma­dre interior. El apoyo y el acompañamiento afectuoso permi­tirá a la madre no asustarse de sus partes ocultas, confiar en el proceso y saber que hay una mano tendida para tomar en los tramos más duros. No importa si el hombre comprende o no de qué se trata, sólo importa saber que algo sucede, y que tal vez la comprensión racional aparezca más tarde. No hay mucho para comprender, es tiempo de atravesar.

4. Proteger. Hay muchas maneras de proteger; en nuestra so­ciedad esto se refiere principalmente a lo económico: es el pa­dre quien consigue, gana, administra y organiza el dinero del hogar para cubrir las necesidades básicas de la diada mamá-hijo. Liberar a la madre de estas preocupaciones le permite sostener la fusión y la maternidad del período inicial. El hom­bre conserva espacio psíquico disponible para tomar decisio­nes, buscar ayuda, organizar el funcionamiento familiar y re­solver cuestiones del mundo material.

5.-Aceptar y amar a su mujer. Lo esencial en este período es no cuestionar las decisiones o intuiciones sutiles de la madre, que surgen como torbellinos incontrolables, ya que responden a un viaje interior en el cual está embarcada y del cual no tiene el control. Por lo tanto, no tiene elementos para justificar sus sensaciones, pues atraviesa una transfiguración de su existen.