Debe ser que no veo Tv y por eso los debates en mi muro de Facebook me gustan cuando se hacen con respeto.

Al hilo del post que publiqué ayer sobre Carolina Cerezuela surgió un interesante intercambio de opiniones.
Que todos juzgamos o nos sentimos juzgados, eso creo que lo tenemos más o menos claro. Que juzgamos a veces sin saber que lo hacemos, de eso no sé si somos tan conscientes.

He pensado mucho en el tema de por qué nos lanzamos al juicio con tanta alegría. Imagino que no hay una única razón. Influirá  el hecho de ser criados y educados en sistemas basados constantemente en juicios: «sí-no» ,»bien-mal» ,»bueno-malo»

Ese decidir si algo cumple lo establecido o se aleja de ello y en base a eso etiquetarlo es  prácticamente la base de casi todos los sistemas de educación.

Eso y la culpa.

La culpa que nos acompaña permanentemente, sobre todo a las mujeres, y más aún a las madres.

Creo que juzgamos a los demás porque en el fondo nos juzgamos constantemente a nosotros mismos, y a veces la única forma de absolvernos es pensar que los otros están peor

Sea como fuere, hoy se escribieron  en mi muro, algunas reflexiones que quiero compartir con vosotros, al hilo de este debate eterno entre madres,  tipos de madres, formas de criar y visibilización de unas y de otras:

 

«Sabemos que la lactancia es fundamental pero también debemos recordar que ser madre dura muchos años más. Cuando mis amigas, madres de hijos de 17, 18, 20 y 21 me oyen hablar de estos temas siempre me dicen: «eso es una parte mínima». Y conforme van creciendo mis hijas me voy dando cuenta. Lo más importante para mí es estar y estar de una manera amorosa y que eduque a la vez.»
G.L.

 «Y si en un principio pensaba todo lo contrario y al ser madre se ha dado cuenta de que le puede más su instinto materno que las convenciones sociales ¡olé por ella! No sería la primera ni la última»
P.O.

«No hay nunca dos circunstancias iguales ni tampoco hay un estándar claro de lo que es «normal».»
V.B.

Y tras estos y muchos otros comentarios, más  a favor  o menos, de lo que yo publiqué ayer, me quedé pensando  en todos los absolutos que tenia como certeros y que se me han ido cayendo por el camino… En cómo antes era más «radical» en algunos conceptos y cómo el juicio aparecía fácilmente.
No es que ahora lo haya conseguido desechar del todo, pero ahora mis principios inamovibles son muchos menos.
Sigo creyendo que :

«Lo único «normal» es lo que necesitan los bebés…

fuera de ahí…

hay tantos factores envueltos en cómo las madres los satisfacemos….»


A  más de una nos ha pasado que ha sido la vivencia de ser madre la 
que nos ha hecho cambiar, a veces, incluso a pesar de nosotras mismas.
Yo misma ahora digo «Diego», donde antes dije «digo». Yo me he tragado muchas de mis ideas preconcebidas de lo que era ser madre, o de cómo me comportaría ante determinadas actitudes de mis hijos.

O lo que queda aún por cambiar a medida que nuestros hijos crecen, o que tenemos más hijos, o que nuestras circunstancias cambian. La vida es cambio, y cambiar no es malo. De hecho, es muchas veces  ese cambio lo que nos hace ser mejores.

Si La Cerezuelo escogió voluntariamente dar biberones y a pesar de eso colecha y se expresa así es que no todo está perdido,  es que el instinto materno tiene más poder del que nosotras mismas creemos.

Si os gustan este tipo de reflexiones, ya sabéis que podéis darle a Me Gusta a la fan page de Mimos y Teta y suscribiros a las publicaciones para no perdéroslas 😉

 

Y si aún no lo has hecho RT mi texto más compartido: Las Renuncias de las Madres