Zoe nació con la luna llena, el mismo día de las 40 semanas, mágica y preciosa.
Un parto y un nacimiento en absoluta intimidad, tranquilos, confiados, respetados, unidos, emocionados…una cura para mi alma que aún guardaba cicatrices de mi primer parto.

Viví un embarazo maravilloso, igual que el primero, me encanta sentirme embarazada…pero esta vez tuve la suerte de estar rodeada, no de una doula, sino de 37.
Un grupo de mujeres sabias, conscientes y deseosas de vivir y acompañar la maternidad de una manera cercana y especial. Hacíamos juntas la formación de doula en Barcelona. Empecé el mismo mes que concebimos a Zoe, sin aún saberlo  y todo lo que aprendí, viví y compartí  en cada viaje, me ayudó a creer más en mi, a recuperar la confianza en mi cuerpo, en mi bebé, en la vida…

Y así mes a mes, llegamos a la noche mágica que nos regaló a Zoe…llevaba semanas con contracciones suaves, las disfrutaba, me encantaba sentir que mi cuerpo se ponía en marcha, que algo se estaba preparando sin necesidad de que nadie indujera o manipulara.

Ese día volví a sentir contracciones, no salimos, comimos en familia y  en un momento de la tarde, por primera vez, miré el reloj. Eran regulares, cada 15 minutos…la tarde siguió como si nada, sin prestar demasiada atención.
Por la noche, volví a mirar el reloj, seguían siendo contracciones muy suaves, pero ahora cada siete, cada cinco minutos.
Sergio acostó a Noah, me duché y me tumbé en mi sillón, pensaba que igual sería el inicio de una larga noche o igual se pararían en un rato, eran tan suaves…

Empecé a sentirlas un poco más intensas, las respiraba, gemía…

Sergio se sentó a mi lado, tranquilo, en silencio, me regaló mis caricias preferidas en los pies y apuntó unas cuantas contracciones en un papel…eran más de las doce y media

A  la una llamamos a las matronas, el parto estaba preparado en casa y queríamos que supieran lo que estaba pasando. Quedamos en avisar cuando fueran más seguidas y regulares.

Me levanté al baño y al ponerme en pie, se aceleraron…cada dos, cada cinco, cada dos…respiraba, respiraba, pero entre contracciones estaba bien, el recuerdo de mi primer parto era tan diferente, tan dolorosas las contracciones de un parto provocado, que me costaba creer que estuviera realmente de parto.

Me serví un vaso de agua fresquita y volví al salón…llamaron las  matronas, una y veinte… ya venían para casa…me tumbé en el sillón de nuevo, pensando…pero para qué vienen tan pronto, aún queda mucho…
La siguiente contracción me obligó a ponerme a 4 patas en el suelo, sobre la alfombra y a partir de ese momento, no pude moverme más…ni beberme el vaso de agua fresquita que me acababa de servir.

Una fuerza imponente se apoderó de mi cuerpo, como un barquito de papel en medio de la tempestad, sacudida por las olas, sin tregua, una y otra y otra, de rodillas en el suelo, apoyada en mi sillón, gimiendo, aullando…oí ladrar a los perros, ya están aquí pensé.

Eran las dos menos diez cuando llegaron las matronas, entraron en silencio, mi cuerpo poseído por la fuerza de la vida abriéndose camino, empujaba, se rompió la bolsa y a las dos y diez nacía Zoe.

No me había quitado ni las bragas que aún seguían en mis rodillas, ni me había podido beber el vaso de agua, ni encender la cámara, ni llenar la bañera de partos, nada…de todo lo que preparé no me dio tiempo de usar nada…sólo buscar la postura que mi cuerpo me indicó y dejarme llevar, parir.

Me la dió Sergio, emocionado, alucinado, había sido tan rápido, tan fácil, tan bien…sin desgarros, puntos, prisas ajenas, ni nervios. Ahí estaba Zoe, preciosa, sana, rosadita, por fin en nuestros brazos.

Qué maravilla, qué privilegio…estar en casa, ducharme, acostarnos en nuestra cama juntitos los cuatro…me siento agradecida a la vida por permitirme vivir esta experiencia, a Sergio por apoyarme sin miedo y por creer en mi, a Zoe por elegirnos, a Noah, porque con él descubrí la maravillosa maternidad, por ser tan encantador y especial, a mi familia por respetarnos y apoyarnos y a nuestras matronas, Olga y Antonia, no pudimos elegir mejor, tenían que ser ellas y estarán para siempre en nuestros corazones.

GRACIAAAAAAS!

Relato publicado originalmente en  el blog de Carol:  Instinto Materno: Doula Las Palmas