Ver un artículo de El País titulado : «En la piel del padre» mostrando cómo el «Piel con piel» es la mejor forma de recibir a un bebé ha sido para muchos una buena noticia. Algunos afirman que se están humanizando las cesáreas y dándole a los bebés una acogida más amorosa.
Yo al ver ese artículo y esa imagen pregunto:
- -¿Dónde está la madre?
- -¿Por qué no se aplican los cuidados madre canguro con ella?
- -¿Por qué no se deja que el bebé en contacto con el cuerpo preparado para recibirle, en su hábitat?
Hoy en día las cesáresas se practican con anestesia local casi en todos los casos, con lo cual el bebé puede y debe estar junto al cuerpo de su madre.
Ambos necesitan ese estímulo. No entiendo que se haga con el apdre salvo en los casos en que realmente sea imposible hacerlo con la madre. Y eso no es frecuente porque la recuperación normal de la cesárea se puede hacer perfectamente con el bebé sobre el cuerpo de la madre (evitando la zona de la cicatriz) o recostado en un lado pegado a ella, de hecho es necesario para la correcta instauración de la lactancia y para el correcto desarrollo del bebé no separarlo de la madre.
Si de verdad la madre no pudiera (estuviera inconsciente, siendo operada o en casos extremos en que la madre fallece…) entonces el padre es el ideal para ese papel, pero sin forzar, simplemente dejándole sobre su pecho desnudo. El bebé hará lo que necesite.
Pero quitarle a la madre un derecho sólo porque es más «equitativo» compartitlo con el padre es como compartir la baja maternal con el padre. La solución no es restarle a uno para darle al otro. El bebé necesita a la madre porque ése es el cuerpo que conoce y reconoce y además su fuente de alimento. Quien no entienda esto o se sienta amenzado o excluído por esta verdad es que no conoce las necesidades del bebé.
Me gustaría que todos esos padres que desean tanto disfrutar del placer de amamantar a un hijo que llegan a preferir que tome biberón para dárselo ellos, lo demuestren en todo momento. Un buen padre es aquél que provee lo necesario para su hijo y no nos engañemos, necesitar, necesitar, el bebé necesita en esas primeras horas a su madre.
Va por delante mi reconocimiento a todos los padres que conozco realmente implicados en el embarazo, parto y lactancia de sus hijos. Que no se ven amenazados porque la díada madre-bebé es fuerte, que apoyan a sus mujeres cuando todo el mundo las critica por empeñarse en dar teta, a veces incluso la propia familia de él, que «renuncian» temporalmente a sus mujeres en el plano sexual porque comprenden que estas primeras semanas lo más importante es otra cosa, que una vez reanudadas las relaciones íntimas son conscientes de que se necesita abordar la sexualidad de otra forma y que, en general, respetan la transformación que sufren sus mujeres al convertirse en madres.
Al hilo de esta noticia creo que es interesante recordar este artículo de El Corresponsal:
Los pigmeos aka, «los mejores papás del mundo»
Los pigmeos aka han sido considerados los mejores padres del mundo, dado que son los que más tiempo dedican al cuidado de sus hijos, según un nuevo estudio. Los padres aka suelen incluso ofrecer su pecho a sus bebés cuando tienen hambre, un método perfectamente satisfactorio para calmarlos hasta que son alimentados por la madre, explica un sorprendido grupo de investigadores.
Ningún padre pasa más tiempo con sus niños que el típico pigmeo aka, al que ahora se le ha concedido el «título» de ser «el mejor papá del mundo» por parte de ‘Fathers Direct’, un centro británico de información sobre paternidad. Los «pigmeos» aka, que viven en los bosques de la frontera entre Congo Brazzaville y la República Centroafricana, son un pueblo dedicado a la caza y la recolección.
Como promedio, un papá aka tiene en sus brazos a su bebé el 47 por ciento del tiempo – casi tanto como las mamás aka -. Esto, según ‘Fathers Direct’, es actualmente el récord mundial. Solamente algunos países del norte de Europa con altos estándares en igualdad de género empiezan a aproximarse al ejemplo de los padres aka. En Suecia, un padre suele cuidar de su hijo el 45 por ciento del tiempo.
Los resultados del estudio internacional realizado por ‘Fathers Direct’ fueron recientemente publicados por el centro en ‘FatherWorld’. El estudio incluyó 156 culturas de todo el mundo, demostrando el reducido papel del padre en la mayoría de los países. Solamente en el 20 por ciento de las culturas estudiadas se promueven las relaciones cercanas de los hombres con los niños, y solamente el 5 por ciento con los bebés.
No es así, sin embargo, entre los akas que viven entre Congo Brazzaville y la República Centroafricana. Un papá aka utiliza todas las oportunidades a su alcance para estar en estrecho contacto con su hijo. Suele llevar con él al bebé cuando van a beber vino de palma o durante otras actividades sociales y, según el informe, pueden sostener al bebé entre sus brazos durante varias, sin descanso.
El estudio destaca los resultados obtenidos por Barry Hewlett, antropólogo americano, que ha estudiado al pueblo aka durante más de 20 años. Los papás, con más frecuencia que las mamás, son a menudo también los que atienden del bebé cuando este se despierta por la noche.
La pregunta inevitable para la mayoría de los padres de todo el mundo es cómo puede un padre tranquilizar a un bebé, durante horas, cuando éste tiene hambre y quiere ser amamantado. Evidentemente, tampoco un papá aka puede amamantar a su hijo. Pero casi, ya que su pezón tranquiliza al bebé. «El pezón de un padre es perfectamente satisfactorio para calmar a un bebé y su llanto hasta que pueda ser alimentado», según el informe británico.
La investigadora Caroline Flint comentó lo que había apreciado en el estudio de los casos en los que los papás hacían esto. «No se trata de que el padre le dice al bebé, ‘Aquí tienes, toma mi pezón’, sino que generalmente es el bebé el que busca en el pecho del padre, encontrando el pezón y comenzando entonces a aspirar. Los hombres generalmente se muestran sorprendidos, pero los bebés parecen muy contentos», explica Flint.
Los investigadores, sin embargo, confiesan que la situación de que un padre ofrezca su pezón a un bebé hambriento «puede ser un gran desafío» para la mayoría de los hombres del resto del mundo. «Quizás se debería llevar a un grupo de papás europeos y sus bebés a Congo durante un par de semanas», propone uno de los investigadores. Esta tradición se podría convertir en una materia de exportación -o al menos en un motivo de orgullo para Congo y África Central-.
Un dicho africano cita: «para criar a un niño hace falta una tribu», en eso estoy totalmente deacuerdo, si bien no coincido del todo con la idea de que el método canguro es un acto de dominación patriarcal como parece planterlo Casilda Rodrigañez, creo que los bebés y los niños tarde que temprano piden al padre, ellos serán quienes nos hagan saber sus necesidades, si bien el bebé conoce casi en la totalidad a su madre, reconoce también al padre es otra voz constante en su vida, se ha demostrado que la voz externa que con mayor facilidad reconoce el bebé es la del padre. Y antes que pensar que hombres y mujeres somos como dos ejércitos en combate, pienso más bien que ambos cumplimos roles complementarios. Es además un derecho de los niños disfrutar de ambos padres, y el padre es un apoyo para la madre antes y después del parto, y en verdad un niño necesita a su padre o necesita saber que paso con él, cuando los hijos de madres sola a los que no se ha informado que paso con su padre entran en el preescolar y ven a sus compañeros hablar de o convivir con sus padres -hombres- viven una angustia terrible, por eso es importante que los niños también establezcan una relación solida con el padre-hombre, por otra parte entrados los tres años los niños copian los roles de relación entre sexos diferentes, así las niñas aprenderan como es una relación sana con un hombre si la observan entre sus padres -mujer y hombre- y a la vez la práctican con el padre. Al final los niños piden lo que necesitan, les cuento nuestro caso: tengo una pequeña de 4 años, al nacer mi esposo me planteo ciertas cuestiones que le incomodaban y en las que no me hiba a ayudar con la niña: no bañarla, no cambiarle el pañal y no llevarla al baño, yo le respete; pero la niña obviamente desconocía estas cuestiones, después de los tres años ella despertaba a su papá para que la llevará al baño en la noche por su propia necesidad e igualmente ahora es a él a quien le pide ayuda para bañarse -se baña sola-. Así que es ella quien marco las reglas. Y si bien defiendo los derechos de las mujeres y las madres, en cuanto a los derechos de los niños soy más «brava» y creo que al final son ellos quienes nos dirán que necesitan y no suponerlo nosotros.