Fui una niña nacida en los 70, cuando no veíamos TV a diario y no éramos bombardeados con cientos de anuncios de juguetes. Recuerdo dos muñecos en toda ni niñez ( el Baby Mocosete y la Nancy), pero recuerdo sobre todo jugar en la calle. Como dice uno de esos pps que circulan por ahí y que de tanto en cuanto nos llega al correo, no teníamos parques con suelos de goma, los columpios eran de hierro y el suelo tierra si había suerte.
Jugábamos con casi nada, una tiza para dibujar un recorrido en el suelo y una simple piedra ( tranco, rayuela, teje…el juego tiene muchos nombres), una goma elástica, una cuerda o una pelota.
Nadie les había hablado a nuestros padres de psicomotricidad, ni de la fina ni de la gruesa, ni de estimulación temprana… y menos mal… porque a la mayoría eso de «estimulación temprana» les habría sonado a cualquier cosa menos a algo relacionado con bebés y niñós ;-).
Mis tardes de jugar en casa sin salir no eran frente a la TV , ordenador o video juegos, sino jugando con mi prima a las tiendas. Me encantaba hacer de tendera y envolver las cosas que mi prima compraba ( yo siempre era la tendera) con papeles de las revistas de mi abuela, y sobre todo me encantaba lo de hacer las cuentas y cobrar con el dinero de papel que nos hacíamos ( mucho antes de ver un Monopoly). Ahora lo pienso y mira por donde… he acabado siendo tendera…je,je,je 🙂
Mirando hacia atrás, la mayoría de mis juguetes eran muy baratos, por no decir directamente gratis.
Ahora soy madre en la época en que los niños están expuestos a tanta publicidad que saben más nombres de marcas, que nombres propios. Con la «tecnología» tan instaurada que nuestros hijos, no es que sepan programar el video (como nos pasaba a nosotros), sino que saben descargarse dibujos de internet. Raro es el niño que no tiene alguna maquinita con la que pasar horas entretenidos.
Si sois padres de los que no os gustan ese tipo de juegos, no os preocupéis, que el mundo comercial también nos lanza sus mensajes de «juguetes educativos», para dejarnos tranquilos: «Sí mi hijo tiene muchos juguetes… pero son educativos»…
Y algunos nos preguntamos si «jugar» y «educar» pueden ( o deben) ir en la misma frase…
educar.
1. tr. Dirigir, encaminar, doctrinar.
No quiero hablar de los pros y/o contras de un cierto tipo de material lúdico- didáctico. Simplemente ayer me fijé en una cosa que me dio por pensar en qué tipo de juguetes les gustan realmente más a nuestros hijos.
Estábamos en una sala oyendo una conferencia y claro, cuando vas a un lugar donde hay que mantener silencio con un bebé que gatea, empieza a balbucear y que sabe chillar… la cosa es complicada. Acabas dándole para que se entretenga todo lo que llevas en el bolso.
Empiezas con su muñequito, ese que coges para que se entretenga…. nada, pasa olímpicamente de él, ya se lo sabe de memoria.
LE das las llaves, que le encantan ( las de verdad, claro, las de plástico hace tiempo que sabes que no sirven con tus hijos). Pero mala idea: hacen ruido, porque tu hija, a la que tienes sentada en el suelo a tus pies, con espacio para que camine entre 2 o 3 butacas, no se conforma con moverlas y que suenen entre sí, no. Además golpea con ellas la parte metálica de los asientos… que es más divertido como os podéis imaginar.
Le das una hoja de papel: se lo come. Que no es que eso sea tan grave… lo grave es aguantar a TODO EL MUNDO decirte que tu hija se está comiendo el papel, porque claro, todo el mundo sabe que tú eres sorda y ciega (como la canción) y no lo ves.
El tubo de máscara de pestañas ( eso sí, asegurándote que esté bien cerrado por Dios): ídem que con las llaves… a golpear la butaca.
Sigo buscando en el bolso: el monedero!!!! A todos los niños les encanta el monedero, sobre todo si lo pueden abrir y sacar las tarjetas… Pero una vez abierto y todas tus tarjetas en el suelo, que a ver a quién le importa si eres socia del RACE o de un video club… o si tienes la tarjeta Visa ORo o la normalita, la electrón… pues ya se acaba la diversión y el monedero sale volando hacia la fila delantera.
Al final… como la botella de agua está descartada porque el suelo es de moqueta y nos tememos lo peor… aparece la salvación de la tarde.
Un tubito cilíndrico del tamaño justo para cogerlo con sus manitas y que es inprescindible ya en nuestro bolso: Arnidol
Resulta que esta barrita en forma de stick que usamos para aliviar los golpes y moratones que por norma general todos los niños ( y no tan niños) sufren, fue el juguete preferido de mi hija durante unos 10 minutos… Toda una eternidad tratándose de un bebé de casi 11 meses enclaustrado en una sala con espacio reducido para moverse y en donde le dicen schhhhh en cuanto abre la boca (cosa extraña también porque el caso es que todos los adultos cuando la miren la saludan y hacen muecas).
Esta barrita cierra con una tapa a presión y Mencía se lo pasó pipa abriendo y cerrando la tapa un buen rato como os digo.
En ese momento pensé en los juegos esos de piezas que se emsamblan una dentro de otra y me dije que no hacía falta comprarlo. Mi hija descubrió cómo encajar el tubito de Arnidol el su tapa y volverlo a abrir ella solita, sin estimulación temprana ni nada.
Todo fue bien hasta que quiso comerse el interior… entonces el juego cambió y pasó de ser «abro y cierro la tapa», a «yo lo abro, mamá lo cierra» ( el Arnidol no debe ingerirse).
De todos modos no sé de qué me extraño… si tengo un hijo que apenas ha tocado sus juguetes. Que prefiere 1000 veces las piedras, palos, ramas, envoltorios, cartones, cintas, perchas, botellas…. en definitiva cualquier cosa que encuentre por la calle en el suelo a sus juguetes propiamente dichos.
De hecho, a veces creo que en un desguace mis hijos serían felices.. pero como aunque nuestra casa a veces lo parezca, no es un desguace… improvisan como pueden…
Y la cocina siempre es un buen lugar para desarrollar la psicomotricidad ( la fina y la gruesa 😉 ) el equilibrio, las texturas, los tamaños, los colores, las proporciones…así de «educativa» es nuestra ludo-cocina-teca 😉
Y vuestros hijos… ¿cuáles son sus «juguetes» preferidos?
Pues Emma se pirra por jugar con el cajón de los ajos y las cebollas, deja el suelo fino con tanta peladura, pero se pasa mil años, le compré una bolsa de pelotas de esas de piscina de bolas, ella encantada, saca pelotas, mete pelotas a la bolsa, un montón de cucharas de una cubertería que ya no utilizamos, ella las ha reciclado, y los moldes de silicona de las magdalenas son feten para llevarlos en la boca mientras gatea por la casa. Ah! Y se me olvidaba! La bolsa de las pinzas de tender la ropa, también le chiflan. De los juguetes comprados pasa bastante, y en todo caso le gustan los que son más pequeños y los puede llevar de un sitio a otro.
Recuerdo que cuándo David empezó la guarde, con 10 meses, me pasaron una hoja a rellenar con los gustos del peque. Una pregunta era ¿cuál es su juguete preferido? y recuerdo que pensé, soy YO, en aquella época no quería jugar con nadie más. Ahora con 2 años y medio llevamos varias tardes que llegamos al huerto y no lo veo en toda la tarde…
Que pronto se nos hace mayor.
Gracias Nohemi por tu gran trabajo
Me siento totalmente identificada con lo que cuentas… 😉 Con lo que jugábamos en la infancia (qué gratos recuerdos jugando a policias y ladrones con todos los primos en el «campo», al teje, al elástico, a las casitas y las tienditas,…); y con los intentos de entretenar a Unai cuando está aburrido y el contexto y/o la situación requieren que esté «tranquilito»,.., Jajaja, TAL CUAL:
«Acabas dándole para que se entretenga todo lo que llevas en el bolso. Empiezas con su muñequito, ese que coges para que se entretenga…. nada, pasa olímpicamente de él, ya se lo sabe de memoria».
Eso de ir buscando en el bolso e irle dando cosas hasta dar con una que parece llamarle la atención, es todo una aventura… ¿Qué será lo suficientemente novedoso como para captar su atención un tiempo medianamente razonable?
Y así, voy probando, hasta que, a base de ensayo-error, encontramos el tan preciado objeto: a veces un simple ticket de la compra (del que acaba masticando y puede que hasta tragando un trozo), otras un bote de crema (mientras me pregunto si abrirá la tapa y se tragará un buche), las llaves, el móvil… Y ni que decir tiene que golpear con ellos cualquier superficie que se le ponga delante es para él música celestial… O que en la cocina, para intentar desayunar con sosiego y empezar bien el día, le he ofrecido (y él manipulado con sumo gusto) todos los cacharros de plástico y silicona que hay en casa, aunque acaban regados por cualquier parte porque, ahora, su entretenimiento favorito es el lanzamiento de objetos a distancia variable… Eso sí, EN EQUIPO: él lanza, papá o mamá recogen y vuelta a empezar otra vez. :oD
Con el tubo de Arnidol (que ya es nuestro compañero infatigable) aún no he probado…¡Lo tendré en cuenta para la próxima! ¡GRACIAS!
De mis hijos tengo que decir que sí juegan con juguetes, pero les aburren mucho más rápidamente que por ejemplo una caja de cartón!! De esas siempre tengo alguna en casa que hace de nave espacial, coche, tenderete, escondite, coche de choque, alfombra, o cualquier cosa por el estilo, así que hace mucho tiempo que decidí que en casa las cajas son para jugar no para tirar.
Sin embargo y sobre todo lo que necesitan mis hijos cuando juegan, y sobre todo el mayor, es que juegue con ellos. Evidentemente no siempre tengo tiempo ni siempre puedo prestarles la atención que me gustaría, pero prestarles atención, mirarles mientras juegan o hacen algún progreso les llena de orgullo, de seguridad y de sonrisas por supuesto!! XD XD
Otro juego LA BICI!! Si mi hijo no tuviera bici tendría que inventarla!
Ah… yo no tengo tubo de Arnidol… pero mi monedero es el más visto y pisoteado que conozco!! XD XD
A mi hijo también le chifla sacar todos los recipientes y trastos de los armarios o cajones de la cocina… procuro tener a su altura todo lo que no se rompe o sea peligroso. Pero ahora que ya tiene 21 meses, me arrepiento de haberlo permitido, ahora ya se ha cansado de abrir los armarios de siempre. Y se coge una silla para subirse a la encimera de la cocina y abrir los que no conoce. O me abre el lavavajillas (que ha aprendido) y empieza a vaciarlo (para ayudarme), y rompe algún vaso o plato en el trascurso. O abre el cajón de las sartenes, que aunque tiene cierre de seguridad, que me cuesta abrirlo más a mi que a él, y empieza a golpear el suelo con la más pesada, picando el azulejo y el culo de la sarten. No sé si los demás niños serán tan salvajes en las otras casas, pero yo me paso el día recogiendo destrozos y diciendo, ¡eso no se hace! (con cara y tono enfadado). No sé a qué edad se deben empezar a imponer castigos, creo que mi hijo aún es pequeño, pero ganas no me faltan de darle una zote muchas veces. O castigarle. Me desquicia mucho.
Cuando tenían la edad de tu peque, los dos coincidieron en una pasión desatada por romper papeles: servían periódicos, revistas, servilletas, lo que fuera! Mi vecina lo llamaba «hacer trapos pa colchas», porque le recordaba a aquellas tiras de tela vieja que se tejían antiguamente en telar para reciclarlas en colchas de colores. Allí donde hubiese un pañuelo de papel… niño feliz! (si el papel era importante, tipo informe médico o contrato de un piso, pues muchísimo mejor que el pañuelo, dónde va a parar!!)
Y bueno, los armarios de la cocina también fueron islas donde buscar tesoros… y ponerles una bandeja de cubiertos era acierto seguro (al principio sólo cucharas y cubiertos de plástico y madera, meses después también tenedores).
Nuestra hija Vera (de casi dos años) ha encontrado un juego fantástico: buscar piedrecitas en la calle y tirarlas en los desagues o alcantarillas. Dedicamos al menos media hora al día a esta tarea! ;).
Los míos también se vuelven locos con los moldes de silicina de las magdalenas. Los garbanzos para hacer comiditas y las pinzas de la ropa.
Todos los juguetes que les han ido regalando están metidos en los cajones, algunos con verdadera tecnología punta, pero tan aburrida…
cierto! el mio siempre prefirio cosas que se encuentra por casa que juguetes, aun ahora con casi tres años lo que mas le gusta son las herramientas del garaje, taladros, cables, enchufes…tiene un peligro!! flipa con todos los aparatos, enciende la aspiradora, lavabajillas… es tremendo, y si, es cierto todo lo que dices de la publicidad, aunque yo soy de los ochenta y recuerdo que si estaba bombardeada a publicidad tambien, yo me pedia todo lo que veia en los anuncios y tambien recuerdo las decepciones de que los juguetes raramente eran tan guays como en el anuncio… Yo estoy muy mosqueada con el tema de la publicidad, me parece fatal que haya tanta sicosis con publicitar leches de lactancia artificial (si, ya se que tu estas super a favor de eso, yo sin embargo soy de la idea de que la leche artificial no es mala…pero eso es otro tema) pues me da rabia que sea un tema tabu hablar de leche artificial , que no la pueden publicitar, en las clases preparto de la matrona ni mencionar la posibilidad de no dar teta…. y sin embargo bombardean a los niños con propagandas de bolleria industrial y cosas poco saludables para ellos, que en mi opinion por mucho que des a tu hijo teta si luego come precocinados a la comida y cena y bollerias industriales a desayuno y merienda en fin… deberian meter un poco de caña en las publicidades dirigidas a los niños, tanto sobre la comida como sobre los juguetes, aunque yo como madre lo que hago es que mi hijo solo ve tele en dvd, con lo cual no ve publi, de momento claro, que aun es peque y ve solo lo que yo le pongo, me imagino que despues ya sera mas dificil de controlar eso..
Los míos ya son algo más mayores, 10 y 11 años y sus gustos tal y como debe ser han ido evolucionando, pero áún conservo «recuerdos» de sus primeros juguetes. Un carro de esos para la fruta que terminó irremediablemente convertido en el sitio donde guardar otros trastos y que creo que anda por el garaje… ellos quitaban la fruta, lo sacaban al salón, cargaban los tuppers y rollos de cocina y pasaban la tarde trasladando los cachivaches,luego yo lo volvia a meter en la cocina y asi un dia tras otro hasta que me di por vencida y pasó de carro de la fruta a carro de juguetes. El mortero y su manilla son un material excelente para trabajar el ritmo, los briks de leche, apartamentos para las muñecas y lo más de lo más, las cajas grandes de cartón. Empezaban siendo castillos, con sus ventanas dibujadas y todo, o coches en el que se sentaba y uno y arrastraba el otro por turnos ( sí, sí, también había peleas y discusiones que son buenos pero no tanto) y cuando ya no se tenían en pie porque el cartón estaba pasado eran unas excelentes alfombras sobre las que tirarse en el suelo con una caja de colores y convertirlas en un paisaje, una pista de coches de carrera o una » guarrería de colores» que era la forma de pintar los días «abstractos» y pobre de mí si se me ocurría tirar alguno pensando que ya no lo iban a volver a utilizar. Creo que más de algún familiar llegó a pensar que tenía el Diógenes.
Otro juego para ganar tiempo para hacer de comer o terminar alguna tareilla casera y hacerlo con algo de tranquilidad era el de la garrafa y las pinzas de la ropa. Les dábamos una garrafa de plástico de esas de cuello anchote y pinzas de la ropa de colores y en lo que metían las pinzas, sacudían la garrafa para hacer ruido y las volvían a sacar podía pasar hasta ¡media hora! de concentración absoluta. Era estupendo, pero después llegaba la fecha fatídica y nos volvíamos locos comprando juguetes para pasarnos el resto del año diciendonos: el año que viene no nos pasa otra vez, al final juegan más con los papeles de regalo que con los mismos regalos. En fin, somos humanos.
Aina es igual que tu Mencía, ya lo sabes.
Estoy aquí, leyendo tus «últimas» entradas, triste por una amarga noticia que he sabido hoy, y que me ha caído como un mazazo, y como no puedo dormir, pues……
Al menos, dentro de mi profundo dolor, has conseguido sacarme una sonrisa. Te he imaginado en esa sala, tan guapa como siempre, con tu pequeño bombón y tu hombrecito, y he sonreído.
Me alegra que sigas asistiendo a conferencias con tus hijos, como siempre has hecho. A ver si en alguna pronto volvemos a coincidir.
Mientras ese momento llega, cada vez que mi hija juegue con el tubo de Arnidol en las conferencias a las que yo asisto, te recordaré y me acordaré de que las dos intentamos criar a nuestros hijos de la misma manera.
<3
A Lea le vuelven loca, como a todos los hijos de mis amigas, los móviles, el teléfono inalámbrico y el mando de la tele. Tiene un sexto sentido para saber cuál es el mando que yo necesito, porque justo ese es el que quiere (por más que yo intente despistarla con un mando que no use, apretando los botones). Pero su pasión son las botellas de plástico, llenas o vacías, las llaves y las piedrecitas. Hoy mismo me miraban con cara extrañada en el parque cuando la enana se planta en medio del carril para corredores (de tierra, claro), a escarbar en el suelo y recoger piedrecitas diminutas. Las manos hechas un asco. Como no tengo dónde lavárselas, cuando termina de jugar saco las toallitas (que no sé por qué, pero las odio). Le limpio las manos, y antes de poder reaccionar, la toallita ya no está en mi mano. Recuerdo entonces el que sí es «la madre de todas las diversiones» para mi hija: jugar a limpiarse con las toallitas, incluyendo limpiarse la lengua (horror!) con ellas (sí, con las que le limpié las manos que estaban de sucias como para cortárselas). Me sale muy barata.
Y lo bien que se lo pasan???
😀
Aprovecha que luego te pedirá la Nintendo 😛