Es viernes noche. He pasado un feliz día de playa con mi familia y unos buenos amigos. Llego a casa, nos duchamos, me acuesto con la peque, le doy teta, se duerme… se duerme el mayor, y empieza mi rato para mi. Miro el correo, leo mensajes, mails, me distraigo un poco antes de trabajar…
Y entonces me doy cuenta, es viernes,  hoy emitían otro capítulo del reallity sobre el que ya escribí la semana pasada. Programa  que se presenta así mismo con este resumen:

Cada minuto de cada día nace un niño en España, pero la historia de un nacimiento nunca se repite. «Baby Boom» va a enseñar lo que significa realmente convertirse en padres

Y leo los comentarios de amigas que relatan lo que ha sucedido, y ahora ni siquiera estoy enfadada… estoy demasiado triste.

Me enfado cuando algo es injusto. Esto no es injusto, esto es vergonzoso. Y me entristezco porque me parece increíble que no pase nada. Que gritemos y nadie oiga.  Que televisen un programa en el que se ve maltrato, abuso, chantaje, miedo, coacción, paternalismo, falta de respeto: VIOLENCIA en todas sus formas, y nadie haga nada.

Me entristece recordar que durante toda esta semana hemos escrito argumentando todo lo posible y aún así he leído comentarios como estos:

-Si no queréis médicos id a parir a África

-Mucho cuidado con usar el término violencia obstétrica, es una acusación muy fuerte y tendréis que demostrarla

-Sois unas fanáiticas

-Si no fuera por el personal médico mi hijo/a no estaría vivo así que me parece muy bien que hagan las cosas como creen.

-Mucho parir en casa… y luego bien que vais al médico si hay un problema…

y algunas más que no sé si me apetece recordar.

De verdad que a veces a una se le quitan las ganas de luchar. Es como si la gente ya estuviera definida: o eres de «esas», las fanáticas, las de la secta, las que quieren parir solas, las que egoístamente piensan  en ellas y no en sus hijos, las anti-sistema, las hippies….. etc… o eres de la gente «normal».  Y la gente normal, las mujeres normales «paren así», ha dicho al parecer una de las matronas del programa.

Y nos cansamos de explicar, de argumentar, de evidenciar, porque sí, porque sé más de términos ginecológicos que mi médica de cabecera, que hasta eso, nos tomamos el tiempo y las ganas de leer, de preguntar, de formarnos e informarnos para hablar con propiedad. Para dar respuestas cuando nos preguntan. Para presentar las opciones a quienes han de decidir. Incluso para defendernos cuando nos atacan…

Pero de verdad que una se cansa.

  • Me canso cuando hacen viñetas riéndose de nosotras y de su maltrato, tan interiorizado, que ni lo ven…
  • Me canso cuando otras mujeres se sienten atacadas  por denunciar esta mala ( y peligrosa, no olvidemos) praxis, y se excusan  y excusan lo que les hicieron, en vez de mirar hacia sí mismas y reconocer que también las maltrataron y lanzan su rabia interna manifiesta o no hacia otras mujeres y no hacia quienes las mal-trataron
  • Me canso del síndrome de Estocolmo colectivo de esta sociedad que acepta cualquier migaja como si fuera maná del cielo y justifica lo injustificable
  • Me canso de la hipocresía de un sistema que vende una cosa y practica otra
  • Me canso de la pasividad

Y esta noche… me he cansado de llorar.

Hace tiempo en un artículo que titulé «Parir de otra forma es posible», comparé el parto al sexo, o mejor dicho, el conocimiento sobre el parto, con el conocimiento sobre el sexo.

Explicaba cómo  la misma función fisiológica, con los mismos órganos implicados, podría ser algo placentero o doloroso, dependiendo de cómo lo viviera el individuo,en este caso la mujer, de su conocimiento del acto en sí, de su cuerpo, de su fisiología, de si tenía o no  miedo, prejuicios, etc…

Hoy voy más allá.

Si un parto normal podemos compararlo a un coito placentero, lo que se está viendo en la TV en prime time se parece más a una violación. Con el agravante de hacerlo en grupo, y televisado.

Yo, personalmente siempre me he sentido muy incómoda con escenas de violaciones en películas. Y eso incluso sabiendo que es ficción y aunque no fueran explícitas.

Si veo a una mujer tumbada, inmovilizada, desnuda o semidesnuda, llorando (o no, que el miedo nos hace reaccionar a cada uno de diferente forma), rodeada de extraños que le dicen que se calle, que no sea tonta, que se porte bien, que se deje hacer. Atemorizándola con expresiones como: «si no te portas bien te vas a enterar», «aquí mandamos nosotros» ,»tú a callar»,»si te quejas es peor».  ¿Qué imagen te viene a la mente si alguien te escribe esa escena?  y eso sin mencionar que le corten en los genitales o le introduzcan dedos, la mano o instrumentos.

¿De verdad cuesta encontrar el paralelismo?

Hubo un tiempo en que ver violencia que acababa en mutilaciones y muerte era el deporte preferido del pueblo. Sociedades que avanzaron muchísimo en temas como filosofía y derecho, se recreaban con sadismo. Al parecer hemos heredado de esas sociedades algo más que el derecho romano …

¿Hasta cuándo vamos a ver, oír y callar?

¿Hasta dónde vamos a tener que llegar para que alguien haga algo?

Cuando se trata de violencia, la máxima siempre a aplicar es: «Si lo supiste y callaste, fuiste cómplice»
Mientras acabo de escribir, o más bien de vomitar este post, se ha organizado ya una marcha contra la violencia obstétrica en toda España el  Sábado, 26 de mayo de 2012
Estad atentos a la blogosfera maternal para conocer más detalles