Cada vez es más conocido que el contacto piel con piel es fundamental para el desarrollo de los bebés, especialmente cuando nacen antes de término (prematuros) o tienen alguna patología y/o necesidad especial.
Hoy sabemos que además del cocktail hormonal que se segrega piel con piel, la sensación de seguridad y contención que le da a los bebés estar pegados al cuerpo de su madre (principalmente), su padre u otra figura de apego, es beneficiosa para casi todo aspecto de su vida.
Como asesora de maternidad recomiendo el piel con piel a todos los padres en casi cualquier circunstancia. Es muy satisfactorio cómo luego los padres refieren que notan mejoría en sus bebés tras practicarlo, bien sea a nivel físico y/o emocional.
Problemas de lactancia, molestias digestivas, dermatitis, febrícula, hipo, problemas respiratorios, irritabilidad y un largo etcétera de situaciones en los que esta sencilla práctica funciona casi milagrosamente o ayuda a regular el estrés del bebé lo que sin duda, contribuye a minimizar las consecuencias de la dolencia.
Beneficioso ¿hasta cuándo?
Es frecuente que los padres me pregunten que hasta cuándo pueden practicar el piel con piel con sus hijos. Mi respuesta: mientras ambas partes quieran.
No hay una edad límite para beneficiarse del contacto piel con piel.
Como ocurre con el masaje, puede cambiar la forma de aplicarlo,
pero no hay fecha de caducidad para disfrutar de todos los beneficios que implica el piel con piel.
Si nuestro hijo o hija es ya más mayorcito y no nos es cómodo (o él/ella no quiere) ponerse sobre nuestro pecho, podemos acostarnos juntos abrazados solo con ropa interior mientras, por ejemplo, leemos un cuento o disfrutamos juntos de una película.
¿Y en la edad adulta?
¿Funcionará también el piel con piel en adultos igual que con los bebés y niños?
El oro día en una consulta a unos padres recientes les explicaba la termoregulación que se consigue con el piel con piel y me preguntaron si funcionaría también con adultos. Mi respuesta: ¿por qué no?
Es evidente que los adultos a veces ponemos otra carga de consciencia y conciencia cuando tocamos a otra persona o nos tocan. Pero dejando a un lado eso, siempre que un cuerpo toca a otro cuerpo se genera una reacción.
Creo firmemente que a no ser que la persona nos genere un rechazo por algún motivo, tener contacto piel con piel en las condiciones adecuadas, seguirá generando hormonas placenteras que nos ayuden a controlar el estrés y a proporcionarnos placer. Y controlar el estrés al final es la meta del equilibrio en biología. La mayoría de nuestros desórdenes son dieta o indirectamente relacionados con el estrés, con lo que cualquier cosa que contribuya a reducirlo y mantenerlo en los niveles adecuados será beneficiosa.
Vuelvo a usar el masaje como ejemplo porque quizás es la única práctica relacionada con el contacto cuerpo a cuerpo que nuestra sociedad mantiene como «habitual» fuera de las relaciones sexuales.
Yo soy masajista y aunque conozco formas de masaje que implican utensilios, nada es equiparable al tacto de la piel humana. EL quiromasaje (masaje con las manos) es una técnica que no solo aporta beneficios al cuerpo y la mente, sino placer.
¿Quién no ha disfrutado alguna vez de un masaje relajante y se ha sentido como transportado a otro lugar?
¿Hay acaso algún medio más efectivo para entrar en calor cuando hay frío?
Así que mi conclusión en este post es que disfrutemos de todos los beneficios y del placer que nos da el contacto. Todo el tiempo que queramos, con aquéllos que queremos.
Siempre hablamos de los beneficios que obtienen nuestros hijos del contacto, pero seguro que vosotros, como yo, sabéis, que el beneficio es mutuo al estar en contacto estrecho con ellos…
Y si no, os animo a ver la película La Belle Verte sobre todo a partir del minuto 28.
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