No hay semana que no salte al ruedo algún debate más o menos polémico que tenga que ver con las madres.
Cuando no es un spot publicitario, es un libro, cuando no un artículo de opinión, o algún profesional «iluminado» que se cree el dedo de Dios para traernos la revelación absoluta. Otras veces sencillamente somos madres que contamos nuestras vivencias, y como la propia palabra indica, cada una la vive a su manera.

  • Hay madres que sí se sienten «en guerra» con otras, que leen agresividad donde otras sólo escriben hechos
    Y otras que no
  • Hay madres que tienen tanta herida propia que ladran a todo el que se acerca, aunque sea a consolarlas
    Y otras que no
  • Hay madres haciendo «lo que creen que es lo mejor» en contra de su propio deseo, y sufren. Y sufrirían también dejándolo de hacer porque entonces estarían sufriendo el hacer lo que desean a costa de lo que ellas mismas creen que deben hacer.
    Y otras que no
  • Hay madres que nunca se sienten satisfechas con lo que hacen
    Y otras que sí
  • Hay madres que parece que siempre lo hacen todo perfecto a sus propios ojos
    Y otras que no
  • Hay madres que no se cuestionan nada
    Y otras que sí
  • Hay madres que lo cuestionan absolutamente todo
    Y otras que no
  • Hay madres que sufren por ellas mismas
    Y otras que no
  • Hay madres que sufren por todas las madres
    Y otras que no
  • Hay madres que creen que son responsables de salvar a todos los niños del mundo
    Y otras que no
  • Hay madres que se sienten perdidas ante cualquier paso  y piden consejo a todo el mundo
    Y otras que no
  • Hay madres disfrutando su maternidad
    Y otras que no
  • Hay madres sufriendo su maternidad
    Y otras que no

Hay tantos tipos de madres como mujeres conozco.
Con unas me identifico en unas cosas, con otras en otras, pero todas tenemos algo en común.
Todas sufrimos un mismo mal. ¿Sabes cuál es?

Déjame contarte algo primero.
La semana pasada empezó con mi hijo mayor enfermo: lo que parecía un virus de estómago. Las madres sabemos que cuando los hijos enferman, toca cuadrar agendas alrededor de ese hecho.
Entonces empecé yo con una otitis: algo habitual en mí. «Cosa de un par de días» me dije.
Pero no, la infección esta vez fue brutal y me tuvo una noche entera llorando de dolor. Quienes hayas sufrido este dolor sabéis lo que supone.
Pues mientras la infección y el dolor crecía, la gripe aparece «ayudando». Así que imaginad.
Imaginad esa escena que seguro habéis vivido de sentiros realmente mal, de no poder levantaros de la cama, pero hacerlo porque hay unos niños que te necesitan. Y tienes que salir a comprar y/o al médico porque ellos son prioridad. Y así, la gripe que debería  mejorar en 3 o 4 días, en tu caso empeora.
El mayor enemigo de las madres no es la gripe, ni cualquier otro virus, ni nuestro propio grado de autoexigencia, a veces asfixiante. Ni  la culpa que nos acompaña a cada paso como nuestra sombra. Ni siquiera son las otras madres que reflejan lo que no nos gusta o precisamente lo que nos gusta y no queremos reconocer.

Nuestro mayor enemigo es la soledad.

[Tweet «El mayor enemigo de las madres no es la gripe, ni cualquier otro virus, ni nuestro propio grado de autoexigencia, a veces asfixiante. Ni la culpa que nos acompaña a cada paso como nuestra sombra. Ni siquiera son las otras madres que reflejan lo que no nos gusta o precisamente lo que nos gusta y no queremos reconocer. Nuestro mayor enemigo es la soledad.»]

Yo esta semana he soñado con mi madre.
Tengo casi 44 años, mi madre hace 4 años menos una semana que falleció y yo, enferma en la cama, sólo pensaba en que necesitaba a mi madre conmigo. Para hacerme una sopa y asegurarme que ella se encargaba de los niños mientras yo dormía.

  • No podemos criar solas.
  • No estamos hechas para criar solas.
  • No podemos exigirnos estar siempre, para todos, todo el tiempo
  • No podemos vivir haciendo nuestra la expresión: «No puedo ponerme mala»
  • No podemos someternos al estrés de sentirnos responsables únicas del mantenimiento de la vida.
  • Las madres necesitamos a otras mujeres, a otras madres, a nuestras madres y a nuestras comadres
  • Nuestros hijos merecen tener personas de confianza que les puedan atender cuando mamá no puede.
  • Nosotras merecemos que alguien nos  releve y nos cuide y nos mime también
  • Nosotras tenemos derecho a sentirnos débiles y frágiles a veces.

Tomáos un par de minutos y escuchad esta canción y pensad en la letra…

Muchas madres tienen la inmensa suerte de tener un círculo cercano íntimo que las acompaña, a veces de forma casi imperceptible en su maternidad, otras de forma más que evidente. En algunos casos es ese entramado el que les permite vivir este proceso de la mejor forma. Con momentos y espacios propios necesarios.
Otras añoramos ese entramado y fuimos tejiendo uno virtual.
Yo la semana pasada puse esto en mi muro de Facebook:
Y ¿sabéis qué?
Que como ya sabía y a veces olvido, no tengo madre, mi hermana vive a miles de kms de mí y mis grandes amigas viven muy lejos…  Pero presumo de que mis amigas, casi hermanas, son muy listas e increíbles.

Y ayer me llegó un regalo de mi querida Elena López, quien encargó a Liliana González esta sorpresa para mí.

El mejor regalo para curarse de la gripe

El mejor regalo para curarse de la gripe

Gracias Elena <3 <3 <3 

 Ana Gª del Río, Elena López y yo

Ana Gª del Río, Elena López y yo

Y Gracias Ana.
Porque esta semana alguien también me ha cuidado y mimado y en parte es gracias a haberte escuchado <3

Y gracias a todo@s los que me regaláis mensajes y palabras de cariño <3 <3 <3

Aclaro antes de acabar el post que por supuesto en la mayoría de los hogares la pareja puede ser el mejor compañero de fatigas. 
Yo hablo de mi caso de madre divorciada y del de las mujeres que, o bien no tienen pareja, o no pueden contar con ella en estos temas. Pero incluso cuando sí, la maternidad lleva un componente de crianza en tribu que hace necesaria más compañía que la de sólo papá y mamá.

¿Y tú? ¿Qué opinas?
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Si te gustó este artículo, puedes leerlo editado y ampliado en mi libro «LA Maternidad Sin Tabúes» .
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Libro la maternidad sin tabues