¿CÓMO TE LLEVAS CON TU CUERPO?
Cuánta falta nos hace amarnos primero para amar a los demás, ¿recuerdas?: «Ama al prójimo como a ti mismo», si uno no se ama, no se valora, es difícil poder mostrar amor a los demás. Y tomamos ese principio generalmente como algo que tiene más que ver con lo intelectual, que con lo tangible.
Pienso en mi cuerpo, en mi relación con él. Y en otra mujeres y en lo que hacen para cambiarlo y en cómo nos afecta haber crecido ya en la era del culto al cuerpo, cambiando las Nancys y las barriguitas con formas normales a Barbies con formas imposibles. Siendo nietas de mujeres que pasaron hambre por necesidad, pero hijas de mujeres que empezaron a pasar hambre por gusto. Viendo como las dietas de adelgazamiento pasaben de ser una herramienta para mejorar la salud a una obsesión en forma de tortura al cuerpo.
Fuimos las primeras en oír hablar de los trastornos de alimentación (anorexia, bulimia, comedores compulsivos, etc) cuando éramos niñas entrando en la adolescencia (aún recuerdo el capítulo de la serie Fama donde una de las protagonsitas vomitaba despues de comer en su obsesión por no engordar. Lo que me pareció algo extraño luego se convirtió en algo que por desgracia viví de cerca en mi entorno).
En la adolescencia creo que la mayoría estamos obsesionados o descontentos con nuestro cuerpo. Es la época de descubrir la influencia que tenemos en el otro sexo, de «querer gustar» y la verdad, con 14 o 15 años pocos te preguntan por tu interior, a esas edades si eres guapa ligas y si no, no. Tan sencillo como eso.
Si a eso le sumamos que es la edad de tener ídolos a los que querer parecerse y que esos ídolos suelen ser «famosos» del mundo del espectáculo y/o la moda, que parecen escogidos por catálogo en vez de por sus cualidades, que toda la información que nos rodea nos presenta como modelo de éxito a seguir el de mujeres guapas y delgadas ( y no hablo sólo de la publicidad y la moda… porque ¿cuántas presentadoras de telediario conoces «gordas» y «feas»?), que desde niñas el adjetivo que más se nos dice es «qué guapa», en vez de «qué lista» o «qué inquieta»… pues tenemos el cocktail servido… Crecemos con una imagen de cómo debemos ser para ser feliz totalmente distorsionada, basada en algo que en muchas ocasiones no podemos controlar: nuestra genética.
Y comparo las «top-models» de ahora con las de otras épocas:
Yo no he sido nunca la típica niña muy guapa, sobre todo desde que con 8 ó 9 años empecé a usar gafas… con lo que suponían las gafas de entonces… que no había por dónde cogerlas… feas a rabiar… (¿véis? otra vez catalogando las cosas por la apariencia estética…), soñaba con tener un pelo rizado pero mi pelo se resistía por muchos moldeados que me hiciera que solo conseguían maltratarlo… y mi gran maritirio… mis cartucheras… como diría mi hermana: «las Palou (mi apellido materno), somos culonas».
Todas mis amigas parecían tener cuerpos perfectos, delgadas, sin gafas, con piernas perfectas, y yo era, en ese marco: la chica con carácter, la extrovertida, la amiga de tod@s… Cuando en un grupo de adolescentes ves que los chicos te tratan como a un colega más, que te cuentan sus cosas, que te dicen qué amiga tuya les gusta, que los profesores te tienen en bastante estima porque te ven inteligente, que no lista, pues una debería sentirse contenta… Pero no… porque tú no quieres ser la colega de todos… quieres ser el motivo por el que suspiran los chicos, quieres que te alaben menos tus méritos escolares y ser más la envidia de tus compañeras por «estar buena»… Porque a ti no te queda bien el vaquero que te marca el culo y acabas atando un jersey a tu cintura para taparlo y porque sufres cuando llega el verano y todos van a la playa en grupo… tú no quieres verte en bikini delante del tribunal de la juventud en plena efervescencia sexual, fijándose en quién es más guapa o está «más buena».
Y de lo que no eres consciente en ese momento es que ese tribunal existe pero que no es tan severo como el otro que te acompaña siempre: tú misma.
De ese modo crece una con sus complejos… que por otro lado disimula muy bien con una personalidad fuerte y segura en otros campos de la vida… Nadie diría que Nohemí tiene complejos… si parece que se va a comer el mundo… y sí… Nohemí en muchos aspectos se comió el mundo… pero seguía sin ir a la playa en grupo… y adorando el invierno y sus ropas largas y abrigos y botas y odiando el verano con su destape natural…
Y una no es consciente de cuánto influye todo eso en la persona adulta en la que te conviertes…
Y una llega a ser una mujer joven, con más madurez, independiente, guapa (¿por qué no decirlo?) porque con el tiempo aprendes a sacar lo mejor de ti y a destacarlo, porque gracias a Dios las lentillas se convierten en un artículo accesible, porque te das cuenta que tu melena lisa y cargada es preciosa si la aceptas como es en vez de quemarla intentando cambiarla, y sobre todo, porque vas viendo que con los años quien te quiere te ve como un todo y no sólo como un cuerpo… y si has cultivado otras cosas aparte del físico, en conjunto eres una persona atractiva, y vas ganando seguridad… Pero en el fondo… a la hora de desnudarse… sigues soñando con otro cuerpo… Porque el tuyo, cuando lo miras, sólo te muestra lo que no te gusta… Te sigue sin bastar ser una mujer joven y sana y con un cuerpo más o menos armónico.. quieres el cuerpo perfecto!!!!! Y en el fondo sigues siendo la adolescente acomplejada que no quería ir a la playa…
Os parecerá broma pero recuerdo una vez, ya casada, que iba a la playa con mi marido y al llegar le dije que nos fuéramos, casi llorando… no quería estar allí, no quería destaparme en público… a ese punto llegan los complejos… a truncarte la vida normal.
Pero llegó algo que cambió todo…. FUI MADRE… Y sin esperarlo ese proceso me cambió… De pronto esos 6 u 8 kilos de más que tanto me amargaron durante años pasaron a ser 30 kilos de más durante el embarazo de mi hijo… Si lo pensáis sería como para caer en una depresión grave no?? dados mis antecedentes digo… Pues no, resulta que de algún modo, ser madre me reconcilió con mi cuerpo…
Quizás porque ese cuerpo que me parecía tan imperfecto hasta entonces demostró que era perfecto, con algo de esencia divina, capaz de crear, albergar, y mantener la vida de un ser único.Y dejó de importarme si estaba gorda o no, si mi culo y celulitis habían crecido, si mis pechos estaban caídos… porque mi cuerpo me dió el mejor regalo: la capacidad de ser madre
Y ante el asombro de mis amigos de años no me daba vergüenza ir a la playa y aunque a la hora de comprar ropa sigo maldiciendo mis cartucheras… es algo momentáneo… porque lo que de verdad me ha hecho madurar no es ser independiente, ni tener un trabajo fantástico, ni siquiera un marido excepcional que siempre me dijo cuánto le gustaba como era… al final ha sido SER MADRE. Y darme cuenta que eso es mucho más que una fachada exterior.
… Adornar es algo intrínsecamente humano, la capacidad de ver y recrear la belleza va más allá de lo que nos quiere vender la industria de la moda y la cosmética. A esas mujeres que oigo renegar del arreglo personal, las veo poniendo cuadros en sus paredes o disfrutando de ver un bello paisaje. Si nos gusta la belleza en lo que nos rodea igual el no querer vernos bellas (que no es lo mismo que guapas o que delgadas) quizás encierra en el fondo algo más grave, normalmente una falta de autoestima, o un confundir los conceptos.
Muchas mujeres queremos ser valiosas por el TODO, no solo por el recipiente… pero también aceptamos el recipiente que nos alberga… porque él también ha influido y sigue influyendo en cómo somos por dentro.
La cuestión final como en casi todo sería el por qué, la motivación tras nuestros actos. Yo no quería mi cuerpo porque creo que en el fondo no me quería yo. He aprendido a quererme más y a darme valor y una vez amado el contenido empecé a amar el recipiente, y como tal, a cuidarlo, a mimarlo a veces y a adornarlo. No es algo acabado, aún hay reminiscencias de toda una vida recibiendo mensajes erróneos, con un entorno que sigue empeñándose en que olvidemos lo que es la verdadera feminidad en pro de otra cosa, pero cada vez somos más las mujeres reconciliadas con nuestros cuerpo… enseñando a nuestros hijos e hijas a quererse más y mejor.
Y quién le iba a decir a aquélla adolescente descontenta con su cuerpo que acabaría siendo «chica de calendario» 😉
Totalmente de acuerdo, cuántas mujeres nos podemos sentir identificadas con lo que comentas, al fin y al cabo en la vida real no tenemos el «photo shop», y no existe nadie perfecto, y aun sabiéndolo seguimos sintiéndonos mal por alguna parte de nuestro cuerpo… Preciosa la entrada y preciosa la mujer que la escribe.
Qué bonita entrada Nohemí. Bueno sería que alguien en nuestra adolescencia nos dijera sin más que nuestro cuerpo es como es y que así está bien. Este mundo ha construido un modelo de belleza basado en el cuerpo de las niñas de 14 años: Cintura marcada, caderas insinuadas y senos altos. Perdimos la realidad de nuestros cuerpos, de los cuerpos reales de «ser mujer», como queda claro en la pintura de arriba, mujeres que trabajan, que han parido sus hijos, que sus cuerpos han madurado con la experiencia y los años. Pensar que antes de tanta civilización las mujeres ‘rellenitas’ y con amplias caderas eran las preferidas por los hombres porque eso significaba que eran fértiles y su cuerpo era apto para parir; las flaquitas no eran tan deseadas… A qué nos sometemos todas de una u otra manera al interiorizar los estándares de belleza…
Una invitación a que mires estas entradas :
http://biosferadefamilia.blogspot.com/2011/06/no-quiero-que-un-pantalon-me-juzgue.html
http://unaantropologaenlaluna.blogspot.com/2011/06/el-hiyab-de-las-mujeres-de-occidente-la.html
Esta es la hermosa historia de un proceso que hemos vivido o estamos viviendo muchas: la de la adolescente que nos veíamos feas y con gafas… hasta la mujer madura que gracias a la maternidad se encuentra con el verdadero sentido del cuerpo y con la posibilidad de amarnos a nosotras mismas.
Puede ser casi mi misma historia.
La historia de la evolución hacia el amor propio, hacia la autoaceptación, hacia la iluminación, puede decirse, porque al fin y al cabo «iluminarse» no es más que llegar a ser uno mismo.
Muchísimas gracias de nuevo por tu sinceridad, por tu sabiduría, por tu honestidad y por tu saber decir.
Besos muchos, bella barrigona!!!
Hermoso, simplemente hermoso… hoy es mi cumpleaños y es estoy dedicando el día a recapitular, dejar ir, desechar, poner en orden, sentir…
Este escrito me lo cojo (con tu permiso) como un regalo que a través de ti, me da la vida.
Gracias!!!!!
Que bellas palabras Nohemí. Estás en lo cierto cuando dices que este es un proceso que vivimos muchas mujeres que sin importar si llenamos o no los estándares de belleza de la sociedad, nos sentimos feas y no nos a nosotras mismas ni a nuestros cuerpos. También estoy de acuerdo en que «arreglarse» es algo que nos hace sentir mejor, siempre y cuando guarde el sentido de no convertirse en un martirio ni en una esclavitud. Creo que las mujeres estamos en un descubrimiento continuo de nuestro ser interior, y eso pasa por muchas instancias y una de esas es el físico y la belleza. A muchas, la maternidad nos salva, poniéndonos en perspectiva y haciendo nos felices más por nuestro interior que por nuestra apariencia física. Un abrazo y gracias por este tipo de post.
PD: como va la barriga?
Muchas gracias, Nohemí.
Me ha encantado. Una vez más le pones voz a cómo nos hemos sentido muchas en determinados momentos de nuestras vidas.
En la foto embarazada de Iker estás espectacular.
Un abrazo fuerte!
Nohemi…como siempre, un placer leerte. Eres bella. Cuida esa barrigota y al periodista que tienes en casa. Un beso muy grande, nos acordamos mucho de ti.
aaaaaiiiiiiiiiiiiiiiins que bonico todo. mil abrazos y toneladas de besos
Hola Nohe!
Qué alegría saber que este es tu estado, ahora mismo!! 🙂
Creo que mi yo adolescente y el tuyo creo habrían sido graaaaandes amigas, de haberse conocido :))))) cuantísimas similitudes, guapa.
Y ahora, también hemos llegado al mismo punto. Después de muchísimos años de complejos, no sé explicar qué me pasa, o por qué, pero me gusto a rabiar. Sé que estoy a años luz de ningún patrón estético actual, pero por primera vez en mi vida, me miro a un espejo y me gusto. Si me guiara sólo por mi peso no podría decir esto, porque estoy en el rango ‘por arriba’ de mi media. Pero yo me encuentro buenísima. Me toco, me miro y me remiro, y a veces me río como las locas, porque no me lo explico. ¿Cómo es posible,si toda la vida me odié?
Que nadie crea que me he quedado ciega, o que paso detalles por alto. No, no. Sigo viendo mi supermichelín estomaguero, mis ‘asas del amor’, mis poco estilizadas piernas, etc… será que ahora veo el todo. Será que siento el poder que TODAS llevamos dentro, y el sólo hecho de ser consciente de eso, me pone xD
Yo creo que es un compendio de cosas, algo más que la maternidad. La maternidad para mi ha resultado el empujón último, abrir los ojos por fín a lo que es verdadero e importante. Pero también los años y experiencias vividos, el ser amado incondicionalmente… yo he llegado a un punto en que me gusto, y si a mi marido no le gustara, sintiéndolo mucho lo mandaría a freir monas. Nunca más me voy a matar intentando ser lo que no soy para gustarle a alguien. Si no te gusta lo que ves, hay mucho donde escoger por ahí. Pero le gusto, le gusto muchísimo, y eso también ayuda mucho. Ser amada incondicionalmente es un gran apoyo. Compartir la vida con una pareja que vea la PERSONA que hay en tí, independientemente de su forma, es un lujo que no tiene todo el mundo. Creo que esto también lo tenemos en común varias mujeres de las que hemos escrito aquí, a que sí?? 🙂
No nos dicen que somos guapas por lástima, chicas, nos lo dicen porque lo creen!!!!!
Me alegro de que te hayas reconciliado con tu cuerpo, porque tu también me pareces guapa a rabiar. Y sólo te conozco por foto!
P.d:Y hablando de foto, esa embarazada de Iker no la conocía, y te veo preciosa
Nohemí, sin palabras…. Solo dos: Me encantó!
Valeria Calderón
Yo estoy en fase de intento de superación total.
Ya me ha dado por aceptar que soy «mamiconcomplejos» y punto… Pero mi historia es muy al revés…Mi adolescencia y juventud (aún cargada de otros complejos…debe ser mi naturaleza…) fue buena, mi peso era el ideal, mis pechos, mi tripilla mi culo y mis piernas eran muy aceptables, mi piel siempre lució radiante ( ni una mancha , ni un grano….) las gafas vinieron después y lo que más me caracteriza que es mi poca estatura, precisamente, nunca resultó un problema.
Y ahora no son sólo los kilos de más…son las manchas, los granos, la depilación que no me dura ni un minuto… La verdad es que me cuesta aceptarme… que le voy a hacer y eso que mi chico tampoco me deja de piropear…ya maduraré. Espero.
Me ha gustado mucho la entrada. Yo también disfruto «arreglandome», en mi opinión es un acto saludable después de haber vivido un proceso de desintoxicación de los mensajes erróneos que hemos recibido y recibimos las mujeres. No hay que confundir el arregarse con el ser esclava de la industria cosmética y de la moda. Hay una inmensa cantidad de mujeres que gastán la mitad de su sueldo en roa y cosméticos y eso es exclavitud. Amen de destrozarse la salud a base de tintes con amoniaco, tacones imposibles y derivados el petróleo entrando por todos los poros….
Yo estoy ahora en el discernimiento de que es belleza. Tu post me ha ayudado. Gracias y un abrazo!!
Quizá te guste hechar un vistazo a lo que hay en la etiqueta imagen de la mujer en mi blog:
http://femeninoyplural.blogspot.com/search/label/Imagen%20de%20la%20mujer
preciosísima Nohemí!! aquí otra adolescente con gafas acomplejada por sus patitias cortas… pero así son, y mira que han andado por mucho mundo y bien que me siguen llevando a todos lados.. hay que amarse para poder amar. gracias por esta entrada, el texto inicial es precioso. un abrazote!
Gracias por esta entrada Nohemí, yo también me reconcilié con mi cuerpo al ser madre y soy mucho más feliz 🙂 Mi hija heredó mis orejas que son bastante grandes, llevaba tapándomelas 30 años…… ahora llevo coletas altas, y mis orejas bien despejadas, estoy orgullosa de que nos parezcamos 🙂 y me he quitado un gran peso de encima por tonto que parezca este detalle.
Un brazote grande, Elipal
Nohemí, llevo pensando en el post desde que lo leí.
Creo que la belleza está en el interior, en sentirte bella; siento que la maternidad me está ayudando con ello, aunque aún me falta.
Gracias por desnudarte por dentro, me anima a hacer lo propio…algún dia 😉
Abrazos!
Como me he identificado con tus palabras. Estoy viviendo algo muy similar a ti. Gracias por compartirlo.
Preciosísimo post, me has arrancado varias lágrimas, me siento tan identificada contigo porque desde que soy madre mi autoestima nunca había estado tan alta. Mi adolescencia tiene un historial de anorexia y depresiones varias porque literalmente me odiaba, odiaba mi cuerpo. Nohemí, muchas gracias por escribirlo. Y por cierto, antes de leer este artículo reconozco que te había visto alguna vez en fotos y me recordabas a una amiga mía a la que siempre vi guapísima.